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  • Foto del escritorAsociación Moradas

Juntas somos más fuertes

A raíz de la infografía que publicamos el 19 de mayo de 2020 en nuestras redes sociales, hay compañeras que trabajan en centros para personas sin hogar que nos hacen llegar sus impresiones y su apoyo. En esta ocasión os dejamos un testimonio anónimo, que nos llega a través de Instagram. Agradecidas a la compañera que lo comparte.


¡Hacednos llegar vuestras opiniones!

Creemos red, seamos más fuertes.



Estoy trabajando en un albergue, y soy especialista en violencia de género. Me encantaría decir que esta realidad no es así, o que nosotros por lo menos trabajamos distinto y somos un buen ejemplo. Pero lo cierto es que no, es que se ha permitido la salida de una mujer con un potencial maltratador, que tenemos una pareja en la que el abuso psicológico es totalmente visible... Y salvo decirles : estamos aquí si nos necesitas, no hay ningún protocolo a seguir. Nos encontramos, o bueno, voy a hablar desde mí persona, me encuentro con las manos atadas por la propia organización y gestión del centro. Tenemos 200 funciones donde más de la mitad están lejos de ser propias de nuestra profesión como: servir comidas, repartir geles, tabaco, tomar temperaturas... Y el poco tiempo que podemos dedicar a nuestras funciones como trabajadora social o educador, psicólogo... Es para gestionar ayudas de tipo económico o algún recurso para su futura salida. Y todo esto, acaba haciendo que tanto la gestión

como mis compañeros pierdan la perspectiva individual, especialmente hacia la mujer en quiénes se nota las fuertes consecuencias de vivir en calle, de estar con su agresor o de incluso, acabar yéndose con ellos. En un caso intentamos buscar un recurso u otra alternativa a la mujer, para evitar que saliera con su agresor y ademas volviera a una situación de calle en la que dependería totalmente de él, pero cuando ella dijo de irse, se marchó y nadie se lo impidió (aún recuerdo mi sorpresa y rabia al llegar a mi turno y encontrarme ese hueco mal trabajado). Aún así, estos fallos enormes y que acentúan la cronicidad de la violencia machista y la desigualdad de la mujer, son nuestra responsabilidad. Como profesionales tenemos que ser conscientes de con quiénes trabajamos, no sólo para entender los síndromes de abstinencia por el consumo, si no también estas realidades y actuar. Parar en nuestro loco día y hablar de verdad con ellas.

A mi "Mónica" , no podemos dejar que vuelva a la calle y prostitución por un arrebato, por una paciencia agotada o porque no se le preste la atención que merece. Muchas veces me voy del trabajo, después de haberla escuchado largo rato y lograr acercarme lo suficiente para que confíe en mí, en el equipo y lo que intentamos hacer a nivel general de que tengan mejores opciones, con miedo de qie al volver se haya marchado porque el siguiente turno no haya sacado ese rato para comprenderla y sólo se quede en su mal genio o malas maneras. Comprendo, y seguro que cualquiera puede ponerse en nuestro lugar y en el de coordinación, que la situación es delicada al sumarse la Covid por ahí, complicando nuestro día a día. Obligando a muchas de las personas son hogar que tenemos a estar confinadas quieran o no. Somos también dos equipos diferentes, cada uno especializado en otros ámbitos y no en psh y además tenemos bajo nuestro cargo a 50 personas.

Es también obvio, que asumimos muchísimas responsabilidades y que tratar con un colectivo como las psh es de por sí difícil, con exigencias, actitudes desagradecidas, agresivas... Gente, al final, que el sistema y la sociedad también les ha fallado ya ahora pagamos el pato los que intentamos ayudar. Pero, a pesar de todo, del agotamiento, para mí es esencial verlos a todos y cada uno dentro de sus problemáticas, y entre todos ellos, están las mujeres. Y como bien decís, su vulnerabilidad es doble o triple... Y si se les escucha, como hacemos mi compañera y yo más de una noche en el despacho, conoces las macabras historias que tienen detrás y en las que, de repente, como giro inesperado en una peli, aparece un personaje que comparte techo, comedor y patio con ellas. Y se te desgarra el alma de no poder, o más bien no te dejen, actuar. Después de este desahogo en unos días muy complicados, sólo decir que estoy totalmente de acuerdo.

En estos recursos hace falta gente especializada en violencia de género, en las mujeres y saber trabajar con ellas dándoles la mayor atención Integral posible. Abrirles más puertas y transmitirles más seguridad en recurrir a nosotrxs, pedir ayuda y que sepan (porque de verdad podamos) que estamos ahí para trabajar por ellas. (Añado, que a pesar de la difícil gestión y los fallos que nos han ido rodeando, sí es cierto que nuestro primer objetivo a la hora de darles salidas, es priorizar en que ninguna mujer se quede en calle. Ahí creo que estamos haciendo progresos)





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