top of page
Buscar
  • Foto del escritorAsociación Moradas

Las migajas

El miércoles 28 de mayo de 2018, como cada miércoles, Moradas salió de ruta feminista por las calles de Madrid. Mientras charlábamos con las compañeras de la Plaza Mayor, los derroteros de la conversación nos llevaron a hablar sobre los repartos de comida, un tema que, en efecto, nos preocupa.


Las compañeras nos comentaron cómo veían ellas los repartos de alimentos, no en vano cada noche ven numerosas asociaciones, grupos y congregaciones religiosas haciendo cada una el suyo. Muchas veces es comida fría y en otras ocasiones se trata de comida caliente. A veces toca bocadillo y otras postres refrigerados. Y, más allá de los gustos personales de cada cual, a veces “toca” que la comida no esté en buen estado. Todas convienen en recordar la vez en que aquello ocurrió, una compañera tuvo problemas de estómago después. Desde entonces, ella se cuida de no coger nada que reparta esa entidad. Otra de las compañeras nos dice que hay una organización a la que llaman "Los Caducaos", debido a las fechas de caducidad de los productos que traen en sus repartos.


Pues bien, como muestra un botón. Cuando nuestra conversación andaba ya por otros rumbos, una de las compañeras se separa del grupo y vuelve unos minutos después con un pack de yogures para bebés (¡!) que llevaba caducado desde el 3 de mayo. Asegura que se lo ha dado un amigo que habitualmente recibe alimentos de un supermercado.

Ella, que tiene un sentido del humor a prueba de bombas, rápidamente se acuerda de aquella ocasión en que un Cañete ministro alentaba a la población española a comer yogures pasados de fecha.


Ante esta situación, no podemos por menos que alarmarnos y preguntarnos en voz alta si existen inspecciones de Sanidad para las entidades que hacen repartos en las calles de Madrid o si tienen certificados de manipulación de alimentos. En caso contrario, si algo le sienta mal a alguien en la calle, ¿puede denunciar?, ¿le asisten los mismos derechos que a un consumidor en un establecimiento habitual?


Y, más allá de las cuestiones de tipo administrativo o legal, no deja de indignarnos la acrítica actitud de quienes deciden repartir aquello que les sobra no ya por opulencia, sino porque el producto ni siquiera cumple unas condiciones mínimas de consumo. Las migajas de las migajas. Urge plantearnos si las personas sin hogar son realmente sujetos de derechos, si los estamos haciendo valer y si no les estaremos relegando a ser ciudadanía de segunda.


Porque, ¿cabe la posibilidad de que estemos considerando a las personas sin hogar sólo dignas de recibir migajas?



137 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page