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  • Foto del escritorAsociación Moradas

¿Por qué Moradas no da comida durante sus rutas feministas?

Esta entrada surge como respuesta a la experiencia que Moradas vivió la semana pasada durante una de nuestras rutas feministas. Como sabéis, realizamos las rutas feministas por el centro de Madrid todos los miércoles a partir de las nueve de la noche, con la finalidad de conocer y compartir espacios con otras mujeres que se encuentran en situación de sin hogar. Nuestras rutas son una oportunidad para encontrarnos desde la horizontalidad, desde la sororidad, desde el convencimiento de que tenemos mucho por hacer juntas. Como hace poco nos dijo una compañera, la revolución se va a hacer alrededor de una mesa camilla.

Pues bien, estábamos inmersas en una interesantísima conversación cuando varias personas, especialmente un señor, de una entidad religiosa que realiza repartos de comida y ropa se acercaron a nosotras para hacernos saber que no entendían por qué estábamos en el mismo sitio que ellos, a la misma hora que ellos, los mismos días que ellos. Aseguraron, con cierta vehemencia, que podría “dar lugar a confusión” entre las personas atendidas porque “nosotros no tenemos los mismos objetivos que vosotras”. “Vosotras lucháis contra la erradicación de la pobreza (¡sí, nos habían leído!) y nosotros creemos que realizamos una gran labor en nuestros repartos de alimentos y ropa”, nos dijeron. Nos explicaron también que ellos habían elegido ese sitio concretamente porque no había grupos que repartieran comida ni ropa en ese espacio, ni en ese tiempo.

Ante esta situación, desde Moradas les indicamos que no creíamos que generara confusión porque todas las mujeres que hacen la fila para conseguir un bocadillo o una camiseta ya nos conocían y que, además, nos identificaban como “las de Moradas”, por lo que no daba lugar a confusión alguna.


En este punto nos surgen varias reflexiones:


- Han tardado mucho en interpelarnos: ya sabíamos, por sus acercamientos y formas de dirigirse a nosotras a lo largo de las rutas, que esta conversación se iba a dar.

- ¿Cómo se está gestionando la pobreza en las calles de Madrid?, ¿existe la propiedad de las personas pobres?, ¿nos movemos bajo parámetros de reparto de la pobreza “Estxs son mis pobres y estxs lxs tuyos”?

- ¿Se acercan las entidades a las personas con necesidades o son las entidades las que generan que las personas con necesidades se acerquen a ellas?

- Y, sobre todo, ¿soluciona en algo la problemática del sinhogarismo el reparto de comida y ropa en la calle?


Las rutas feministas de Moradas, efectivamente, no tienen la intención de cubrir las necesidades básicas a través del reparto de nada material. Como ya hemos señalado en varias ocasiones, no creemos que un bocadillo solucione la problemática de las personas en situación de sin hogar, sino que, por el contrario, perpetúa la misma, haciendo que las personas que acuden allí sean cada vez más dependientes de estos repartos y que sus vidas deban organizarse conforme a unas obligaciones horarias y espaciales previamente determinadas por las entidades. Como muestra un botón: en la siguiente ruta feminista, nos enteramos de que la entidad religiosa antes mencionada ha decidido cambiar su lugar de “reparto”, y así se lo han comunicado a las personas que asisten al mismo, de manera que, si quieren un pantalón o un café, tendrán que adaptarse al cambio de sitio.


Por esto, Moradas sale a la calle sin nada material que repartir, poniendo a mujeres frente a otras mujeres, creando un espacio seguro en el que mujeres comparten con libertad sus distintas experiencias, puesto que todas convivimos con la realidad de ser una mujer en un sistema patriarcal. Nuestro “reparto” es la sororidad y, por supuesto, somos las primeras en beneficiarnos de él porque juntas somos más fuertes.


El feminismo escuece, amigas. Algo estamos haciendo bien.


Seguimos.


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