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  • Foto del escritorAsociación Moradas

Reflexiones desde las rutas

Nuestras compañeras militarias de Moradas nos reflejan sus reflexiones después de una #rutafeminista. Aquí os las dejamos. Contadnos, ¿qué os parecen?


Silvia

Para mí esta ruta se define en una palabra: abandono. ¿Qué nos lleva a creer que una persona, normalmente en situación de vulnerabilidad, no es capaz de decidir acerca de su futuro? ¿Está la administración tan sobrecargada que no es capaz de prestar atención a las personas y sus necesidades personales? No se puede decidir por alguien, el acompañamiento y la mejora en las condiciones de vida tiene que ir desde una posición horizontal, no desde una posición de poder. ¿De verdad creemos que nosotrxs sabemos que es lo que le conviene a una persona sin ni siquiera preguntarle?

Si la razón de todo esto es la sobrecarga del recurso, ¿porque no se mejoran los mismos? Numerosas personas están meses (o incluso años) en un mismo recurso, viendo cómo pasa el tiempo y la situación no mejora. ¿Nos damos cuenta de que el sistema actual no funciona?


Loles

Caminas por la calle, te cruzas con cientos de personas al día, sin embargo, existen personas a las que no ves, las personas en los márgenes. Están ahí, pero nadie las ve.

¿Le damos la espalda a esta realidad para no asumir nuestra responsabilidad como parte de la sociedad o necesitamos construir una barrera entre esa realidad y la nuestra para convencernos de nunca nos podría pasar a nosotras?

Esta pregunta me planteaba el día que asistí a la reunión de la Asociación Moradas (asociación que apoya a las mujeres sin hogar), con intención de abrir los ojos a esta realidad.

El primer día que las acompañe en la ruta cargaba con mi mochila repleta de prejuicios, los prejuicios que tenemos todas sobre el sinhogarismo. Entonces, conocí a las mujeres en las calles y en las plazas, y, de repente, me vi frente a un espejo, me vi hablando con amigas. Esas mujeres soy yo, son mi madre, mi hermana, mi abuela, mis amigas y mis compañeras de trabajo. Mujeres a las que en un momento de su vida, uno de esos momentos que tienen todas las vidas, les falló todo.

En un momento en el que la vida se tambalea, te fallan los cimientos, se rompen los apoyos, y la estructura que todo lo sujeta irremediablemente se derrumba. Una vez que esto ocurre, entras en la rueda: los reparos, los horarios, recorrer las calles y las plazas. Y en ese girar de la rueda, en esa inercia que es la supervivencia, nadie te muestra una salida.

La sociedad te condena al abandono y a la invisibilidad, te regala las migajas de la caridad, te impone directrices para vivir tu vida, limita tu autonomía, te encorseta en un recurso.

Te sigues cruzando con personas por las calles y las plazas, pero tú ya estás en los márgenes, ya nadie te ve.



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