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  • Foto del escritorAsociación Moradas

Sobre las rutas feministas

Os dejamos por aquí un artículo sobre una de nuestras rutas, de nuestras compañeras Xana y Mar.

¡Esperamos que os guste!

RUTA FEMINISTA DEL DÍA 7 DE FEBRERO 2018

El pasado miércoles 7 de Febrero, realizamos una de las rutas feministas para mujeres sin hogar, después de haber realizado una previa observación en rutas anteriores de los núcleos principales donde se encuentran dichas personas.

El objetivo de esta ruta fue informar a diversas mujeres del proyecto de Moradas, así como, recoger información sobre la problemática y las circunstancias a las que están expuestas las personas que asisten a las Campañas del Frío y de las ayudas que reciben aquellos que duermen en la calle.

Comenzamos por la zona de Atocha Renfe, dónde se lleva a cabo una de las salidas de Madrid a una de las instituciones que el Ayuntamiento pone a disposición a las personas sin hogar, ubicado en Vallecas. En esta zona nos encontramos con una multitud de gente que esperaba a los autobuses, los cuales son sólo dos, uno a las 21:15h., y otro a las 22:00h.

En esta parada, estuvimos atentas por si encontrábamos a alguna mujer, pero no encontramos ninguna, según las personas que asistían a la Campaña contra el Frío, las mujeres son destinadas a otro centro de acogida que se encuentra en Pinar de San José, ya que el de Vallecas es no mixto.

La mayoría de la gente que se encontraba en Atocha eran inmigrantes y pudimos ver a personas de diversas edades. Algunos de ellos se acercaban a nosotras buscando ayuda sobre la Campaña contra el Frío, buscando información sobre dónde se tenían que apuntar para que les crearan la tarjeta o si nosotras pertenecíamos al Samur Social y apuntábamos los datos. Por lo que pudimos deducir que varias personas se acercaban a la campaña con poca información sobre ella. 

En cambio, otro hombre nos pidió ayuda para volver a su país, preguntándonos si conocíamos algún recurso para volver, porque un amigo suyo era muy mayor y estaba cansado de vivir en la calle. Igualmente, buscaba ayuda sobre cómo conseguir un empadronamiento, puesto que el centro donde suele dormir se lo deniega. 

Durante nuestra estancia en Atocha pudimos observar que se formaron dos largas filas, una de ellas formada por personas que tenían de antemano la tarjeta para entrar en el centro, y por otro lado, una fila con personas que esperaban la llegada del Samur Social para su recogida de datos y la creación de dicha tarjeta para poder entrar en el autobús y hospedarse en el centro de Vallecas.

Por lo tanto, quisimos conocer cómo era el proceso para entrar en dichos centros, para ello, continuamos preguntando a los hombres que se encontraban esperando al autobús. Pudimos hablar con Rafa (35 años), quien nos cuenta que los centros de la campaña contra el frío otorgan una tarjeta de 7 días, la cual debe ser renovada una vez pasada la semana y dicha tarjeta cuenta con diferentes recursos, como mantas, toallas, cuchillas, etc. y una vez que el centro proporciona a la persona lo incluido en la tarjeta, lo tachan para saber que ya lo tienen.

Rafa tiene que recurrir a estos recursos porque fue expulsado de un Centro Abierto (otro dispositivo de alojamiento de la red de atención municipal a las personas sin hogar), al parecer porque la había “liado”. Cuando le expulsaron, le dejaron fuera a las 00:30h de la madrugada aproximadamente, teniendo que dormir en la calle y refugiarse en una parada de metro; Rafa tiene prohibido volver al centro hasta Marzo, por lo que tiene la necesidad de asistir a estas campañas. Pese a la situación en la que se encuentra, nos llamó la atención que nos dijese que siempre hay que tener frente a otros una actitud positiva ante las dificultades e intentar superarlas.

Por otro lado, también pudimos conversar con un joven marroquí en situación de calle interesado en mejorar la calidad de vida de las personas que se encontraban en su misma situación, concretamente para la gente más joven. Nos contó que había conseguido juntar a un grupo de jóvenes de diferentes razas, los cuales se habían quedado en la calle días anteriores, e intentaba que no se encontraran solos.

Presentaba la creencia de que el ayuntamiento no ofrece los recursos suficientes para salir del sinhogarismo, puesto que, aunque se les proporciona un lugar para dormir, no se facilitan recursos sociales o laborales, ni un sitio donde estar durante el día. Lo que conlleva a que los chicos no puedan salir de la situación de calle y que la mayoría opten por delinquir, robar en cualquier supermercado o ir a los parques a beber, al no tener un sitio donde ir durante el día. 

También se quejaba de las condiciones en las que están los centros cuando consiguen entrar y resguardarse del frío. Como por ejemplo, que en estas campañas suelen juntar a más de 150 personas en un único espacio donde las camas están una muy cerca de la otra, así como que los baños generalmente están sucios y sólo hay una persona como personal de limpieza, la cual considera que no hacen bien su trabajo puesto que casi nunca están limpios. Igualmente, protestaba acerca de que en los centros duermen personas alcohólicas o con alguna drogadicción junto a personas que no consumen. Por lo que algunas noches las personas consumen dentro de la institución y como dentro del centro está todo cerrado, afectan a las demás personas.

En la conversación con dicho joven, nos llamó la atención su interés por la búsqueda de alternativas sobre qué pueden hacer en esta situación, puesto que defiende que las condiciones en las que se encuentran no son buenas ni cómodas para vivir. Algunos de los comentarios que nos ofreció fueron: “¿qué podemos hacer nosotros para que nos hagan caso?”, “¿creéis que podríamos hacer manifestaciones para hacernos oir? Siempre sin que haya violencia” o “queremos que esto se mejore, no podemos vivir así”.

Otra de las paradas que realizamos fue en la plaza de Antón Martín, donde encontramos un grupo de voluntarios de una entidad religiosa, que proporcionaba comida, bebida, ropa y mantas. La organización de la repartición de los alimentos, etc. creaba algo de discordia entre ellos, ya que lo daban gritando ”¿Quien quiere un bocadillo?”, ”Ya se ha acabado la ropa y ahora la comida”. Entre las personas que se encontraban pidiendo recursos, no todos eran personas sin hogar, pero debían de estar en una situación económica precaria.

En rutas anteriores, observamos a varias mujeres en situación de sinhogarismo, en la vecina plaza de Jacinto Benavente. Esta vez, al llegar no las vimos, así que preguntamos a un hombre sin hogar que se encontraba cerca y nos comentó que hace mucho tiempo que no hay mujeres por la zona porque hace mucho frio y se van a otros sitios. Aunque, en general, las personas ahora en invierno, no se suelen quedar ahí a dormir, solo dos hombres aproximadamente, pero en verano sí que hay más personas que deciden pasar la noche allí.

También pudimos ver que en el casino que hay cerca de la plaza, una persona sin hogar es echado por un hombre de seguridad del establecimiento. Le da un bocadillo, pero le aleja del casino dandole empujones y gritándole “Vete de aqui ya, vamos”.

Continuamos caminando por las calles de Madrid hasta llegar a la Plaza Mayor. La Plaza Mayor, es uno de los principales núcleos donde las personas sin hogar suelen quedarse a dormir, por lo tanto fue uno de nuestros principales focos de la ruta. En esta zona, pudimos observar el laborioso trabajo que realizan estas personas para acomodar un sitio para poder dormir, organizando, recortando y pegando las cajas junto a sus objetos personales; trabajo que han de realizar todas las noches ya que los servicios de limpieza les despiertan por las mañanas para limpiar las calles, por lo que tienen que abandonar la plaza.

Cuando llegamos, había algunos voluntarios repartiendo comida, y pudimos ver en alguna ocasión ofrecieron comida de más a alguna persona sin hogar, y ésta la rechazaba. Lo cual nos llamó la atención y decidimos acercarnos a las mujeres, en primer lugar para informarlas de quienes éramos y del proyecto de meriendas en Tres Peces Tres que lleva a cabo Moradas. Y en segundo lugar, para acercarnos a ver cómo estaban.    

De este modo, hablamos con dos mujeres latinoamericanas, a las cuales le preguntamos sobre los voluntarios que habíamos visto y sobre cuántos días recibían comida. Las mujeres se mostraron muy amables a conversar con nosotras y nos contaron que todas las noches van grupos de voluntarios a entregarles bocadillos, sopa, arroz, etc. La mayoría de ellos son de entidades religiosas (evangelistas, católicos, mormones, etc.) y cada grupo suele ir aproximadamente un día a la semana.

En relación a las comidas que reciben en el día, comentaron que los voluntarios no suelen ir por las mañanas, pero existen algunos comedores a medio día. Sin embargo, nos revelan que muchos de ellos requieren tener un tarjeta para poder asistir a ellos. Por lo que, ante esta problemática, intentan buscar los comedores que sean gratis y no pidan tarjeta.  

Durante las conversaciones, pudimos conocer algunas anécdotas vividas por las personas que se encuentran durmiendo en la Plaza Mayor. Como fue que, a pesar de que cada mañana estas personas deben levantarse para que se limpie la plaza, muchas veces han llegado a vallar los callejones de la Plaza Mayor para que las personas sin hogar no pudieran estar, con la excusa de que “no molestasen a los turistas”.  

Igualmente mencionaron que no sólo ofrecen comida, si no que muchas entidades religiosas o políticas, predican los aspectos positivos de su religión o partido, e incluso les invitan a ir la iglesia con ellos. Además de que en alguna ocasión ha habido algún conflicto entre los voluntarios o alguna cadena de televisión, debido a que mientras les ofrecían la comida o cualquier otro recurso, también les grababan o les hacían fotos, lo que no gusta a muchas de estas personas y les molesta.   

Proseguimos realizando la ruta por las calles de Madrid, donde en otra calle cercana encontramos a dos mujeres con tres perros a las cuales les informamos de la ayuda que quiere proporcionar nuestra Asociación. Las mujeres nos comentan que ese no suele ser su sitio de dormir, y tampoco suelen estar juntas, pero agradecen la información.

A pesar de todos los lugares en los que hemos estado donde suele cobijarse las personas sin hogar, el número de mujeres es muy reducido en comparación con los hombres, y de una edad media-alta. Además todas ellas estaban acompañadas por hombres, o bien por otras mujeres.

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